El caso del niño francés que vivió solo entre los 9 y los 11 años, motivo por el que su madre ha sido condenada judicialmente, impactó esta semana en Francia.
Un tribunal de Angulema (centro), Francia, condenó a la madre a seis meses de vigilancia electrónica, tras quedar demostrado el abandono, porque se había ido a vivir con una amiga tras el divorcio con su marido.
El hijo se quedó en la pequeña localidad de Nersac y se alimentaba como podía, de comida fría, que a veces era robaba, y en ocasiones le daban los vecinos del bloque de viviendas sociales en el que residía.
Los servicios sociales y la escuela no detectaron nada porque el niño era un buen estudiante que cumplía sus tareas y acudía correctamente vestido al centro.
“Reto a cualquiera que pueda decir que hubiera detectado esta situación”, señaló la alcaldesa de Nersac, Barbara Coutourier, a medios locales.
Sin embargo, fueron algunos vecinos los que finalmente dieron la voz de alerta.
La madre, de 39 años, defendió su inocencia ante el tribunal, pero fue declarada culpable tras el testimonio de algunos vecinos y la investigación de la Fiscalía local, que mostró que en el apartamento no había viviendas de adulto y el frigorífico estaba vacío.
Además, los datos telefónicos demostraban que la madre no dormía con su hijo ni le acompañaba a la escuela.
Madre vivía a 5 kilómetros de distancia
A pesar de tener la custodia del niño, la madre vivía con su pareja a cinco kilómetros de distancia, de acuerdo con una publicación de Clarín.
De vez en cuando lo visitaba a bordo de una scooter para darle algo de comida.
En el departamento en el que vivía el niño no había electricidad ni gas y en los días de intenso frío, se envolvía con mantas gruesas para hacer frente a las temperaturas bajas.
Además, se veía obligado a bañarse con agua fría.
El niño ya no quiere volver a ver a su madre, según la publicación de un medio local Charente Libre.
Fuentes: EFE y Redacción UH.