Lastimosamente fue un combo para el olvido para Paraguay en este inicio de las Eliminatorias y ante los rivales considerados directos, como Perú y Venezuela.
Ante Venezuela se vio más de lo mismo que contra los peruanos, muy especulativo en la primera parte y con un poco más de atrevimiento en el segundo tiempo. Pero eso no alcanzó, porque Venezuela, que tampoco hizo mucho, aprovechó en el descuento para sacar ventaja y sumar de a tres.
¿Qué pasó? Seguramente el entrenador Guillermo Barros Schelotto responderá. Pero por lo que se pudo ver, la Albirroja generó situaciones de gol, en ambas partes del juego, aunque no tantas como en el partido ante Perú de la semana pasada.
Esta vez faltó más generación de juego, con Gabriel Ávalos sufriendo en solitario en ofensiva, peleando y casi sin chances de gol. Paraguay dependía mucho de Ramón Sosa, que otra vez mostró cosas interesantes, y de Miguel Almirón, apagado en este partido.
En la complementaria se mejoró un poco y mucho tuvo que ver el ingreso de Richard Sánchez, quien le dio otro toque al ataque de Paraguay. Pero las piernas no daban y era momento de cambiar algunas piezas… cuestión que llegó recién a los 80 minutos cuando entró Alejandro Romero Gamarra.
Venezuela con poco asustaba. En una situación el VAR salvó a Paraguay, cuando Yangel Herrera mandó el balón al ángulo pero antes hizo una mano en un forcejeo con Iván Piris. Era una premonición, porque justamente el lateral fue protagonista en la desgraciada jugada que terminó en el gol de la Vinotinto.
Tras un centro largo, Piris increíblemente mete la mano para impedir el cabezazo de un rival, jugada que fue revisada posteriormente en el VAR y Andrés Rojas pitó la pena máxima. Esta vez no hubo salvación como en las Eliminatorias pasadas, cuando Antony Silva tapó un penal en el descuento.
Salomón Rondón, que casi no tuvo influencia en el partido, no desaprovechó y definió a un costado engañando totalmente a Carlos Coronel. Un duro castigo para Paraguay, que especuló mucho (como en el primer partido) pero esta vez se quedó con las manos vacías.
Fuente: Versus