Días pasados se reunieron los campeones mundiales a nivel de clubes de fútbol de salón, aquellos que escribieron la historia grande del club Rubio Ñu de Pedro Juan Caballero, que un 7 de diciembre del año 1999 daban la vuelta olímpica en Bogotá.
Es que el representativo pedrojuanino, se imponía 25 años atrás al Saeta de Colombia en la gran final del Mundial de Clubes por 5-3 en el estadio el Salitre de la capital colombiana.
El encuentro valió para recordar todas las anécdotas relacionadas a esta sensacional conquista de este certamen en la altura de la capital cafetera, con estadio lleno alentando a los locales.
Pasaron 25 años de aquella épica hazaña de los ñuenses pedrojuaninos, pero se sigue recordando como si fuera hoy, por la manera contundente y hasta categórica con el cual se llegó al objetivo.
Integraron el plantel de Rubio Ñu, Wilson Urbieta Peña y Carlos Quevedo (porteros); además estuvieron Silvio Arévalos, Alberto Benítez, Gerardo Rodríguez, Robson Fernández, Marcio Rodríguez, Enrique Vera, Miguel Ávalos y Carlos “Cabezón” Chilavert. Cuerpo técnico: Rodolfo Rolón (entrenador), Basilio Insfrán (PF) y Natividad Gómez (masajista); también viajaron Aníbal Giménez (presidente de la delegación), Mauro Mereles (delegado) y el periodista Leonardo Paredes.
El presidente de la institución, que llevó a lo más alto al Rubio Ñu de Pedro Juan Caballero a nivel internacional y local, ganando varios otros cetros, fue el siempre recordado y respetado Hugo Quevedo, que transmitía al equipo toda esa mística y fervor que lo caracterizó siempre como persona.
Uno de los más prestigiosos medios del país hermano, el diario El Tiempo así se refería al logro ñuense:
«Era el mejor del torneo, Alberto Benítez, y uno de los mejores en el planeta.
Claro que los cerca de 2 mil aficionados que fueron al coliseo se dieron cuenta de la calidad de este hombre de 24 años. Su pierna zurda es un cañón. No por casualidad fue el mejor goleador del torneo, con 13 tantos.
Benítez, anoche hizo que el arquero Mauricio Lucero, de Saeta, tuviera que sacar el balón de su arco en cuatro oportunidades. El otro viaje a las piolas fue por cuenta de Carlos Chilavert, cuando apenas corría el minuto dos del primer tiempo.
Benítez puso en jaque a Saeta, que, a pesar de que tuvo por más tiempo la pelota, no fue efectivo a la hora de definir. Los colombianos se desesperaron ante Rubio Ñu, que se defendió bien atrás y contragolpeó con peligro, al punto que el marcador era 5-0 en favor de los guaraníes hasta el minuto 14 del segundo tiempo.
El premio para los locales llegó en los últimos seis minutos del partido, cuando Camilo Domínguez, Marco Cuadros y Juan Carlos Soto marcaron los goles del descuento. Rubio Ñu fue demasiado sólido para los bogotanos, que apelaron a las faltas para detener a los paraguayos.
Benítez fue una de las víctimas en el primer tiempo, cuando el arquero Lucero salió de su arco y lo empujó, haciendo que se golpeara la cabeza contra el muro de cemento en la caída. Esto no detuvo a la pesadilla del público local. Los hinchas se agarraban la cabeza a dos manos cada vez que el número 10 de los verdes tomaba la pelota.
A los colombianos les quedó el consuelo de que Deporbello ganó el tercer puesto, luego de golear 5-0 a Polygram. Además, las vallas de Saeta y de Deporbello fueron las menos vencidas del campeonato” y así finaliza esta crónica de aquella época del diario El Tiempo de Bogotá, tras la brillante consagración del equipo paraguayo.
Por: Oscar Villalba